El mundo asiste en estos días a una ola de agresiones y violencia: desde Ucrania, Gaza y Sudán, hasta los misiles que surcan los cielos de Teherán y Tel Aviv. Este desenfreno belicista y las agresiones a instalaciones sobre centrales nucleares, condenadas por el derecho internacional, generan la percepción cada vez más extendida de que el mundo ha entrado, decididamente, en una etapa de caos.
Ante este escenario, la Cátedra Abierta Plan Fénix de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) siente la obligación de dejar testimonio de lo siguiente:
1.- El Orden Internacional nacido tras la Segunda Guerra Mundial ha venido sufriendo un desgaste, pérdida de legitimidad y de eficacia, como resultado de la fragmentación creciente del Sistema Internacional. Ese orden agudizó su declinación con la crisis financiera global, generada en Wall Street en 2008, y nunca resuelta.
2.- La Organización de las Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad están paralizados y son impotentes para asegurar el objeto de su creación: prevenir y asegurar la paz y seguridad internacionales. La Organización Mundial de Comercio se ve debilitada, al igual que los organismos creados en Bretton Woods, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, deslegitimados y sustituidos por instituciones que niegan el multilateralismo, como el G-7, el G-20 y otros que operan fuera del sistema de la ONU.
3.- Este abandono del multilateralismo tiene como principal actor a EE.UU., promotor del orden consagrado en la Carta de San Francisco, quien se ha convertido en su principal crítico. Paradojalmente, mientras Washington se repliega en un soberanismo defensivo, China —la última potencia en incorporarse al sistema multilateral de 1945— resulta hoy su principal sostenedora.
4.- El repliegue estadounidense retoma antiguas tendencias al unilateralismo, aislacionismo y proteccionismo económico, rasgos que ya habían marcado su historia antes de la Segunda Guerra Mundial. En este nuevo mandato presidencial, la guerra comercial lanzada por Estados Unidos ha intensificado el conflicto con China, pero también ha involucrado a viejos aliados como Canadá, México, la Unión Europea y Japón. El aislacionismo ya no discrimina entre socios y adversarios.
5.- Todo lo reseñado hasta aquí ha desembocado en un sistema internacional más inestable, un escenario de “hegemonías fragmentadas”, donde nadie está en condiciones de liderar al conjunto. De ahí lo caótico de la situación actual. En este nuevo contexto, ganan protagonismo potencias emergentes y actores regionales con agendas propias como los BRICS ampliados: India, Egipto, Arabia Saudita, Indonesia, Brasil, Irán, Sudáfrica, la Unión de Emiratos Árabes y otros, como Turquía, que están en la lista de espera. Estos países emergentes, junto a potencias como China y Rusia, adoptan la geopolítica que impone sus términos en el marco de una “geoeconomía” que privilegia el “Multipolarismo” al “Unipolarismo”.
6.- Los enunciados anteriores son síntomas de una creciente fragmentación del mundo respecto del orden anterior, consagrado en San Francisco en 1945. Este orden se resquebraja, mientras que el que lo sustituirá se encuentra en etapa de gestación. Eso genera ingobernabilidad, amenazas y tensiones que pueden sumarse a las actuales, en el Mar Rojo, en el Mar de la China y en las dos Coreas.
7.- En suma, la tragedia que presenciamos ante la doble agresión a Irán por parte de Israel y EE.UU., bajo el argumento de la “guerra preventiva”, no puede ser considerada como un hecho aislado; se trata de un eslabón de esta cadena, donde la lucha hegemónica con China muestra que la potencia ascendente necesita tiempo y la potencia dominante decide aprovechar su ventaja militar para detener el ascenso del gigante asiático y sus aliados.
8.- El gobierno de EE.UU. ha intervenido en una guerra, sin contar con la aprobación del Congreso de su país ni del Consejo de Seguridad de la ONU, bajo la consigna falaciosa de que “la Paz se obtiene mediante la fuerza”. Esto sienta un precedente de alta peligrosidad para el mantenimiento de la paz y seguridad mundial en el futuro.
9.- No debe olvidarse además que el cuadro presente se gestó en el marco de una agresión indiscriminada a la población civil de Gaza por parte de las fuerzas armadas de Israel, en un escenario que engloba a Líbano, Yemen y Siria. Ha sido tardía —y para nada efectiva— la reacción de la Unión Europea ante este cuadro de creciente violencia. Ello, pese a que Israel ha violado lo dispuesto en el artículo 2do. del Acuerdo de Asociación firmado en su momento con la Unión Europea.
Reivindicamos las mejores tradiciones diplomáticas de la Argentina, representadas por la resolución pacífica de los conflictos, el principio de no intervención y la autonomía política de los pueblos. En nuestro último documento, propusimos “La Neutralidad Activa” como base de la política exterior argentina y latinoamericana, ante las disputas hegemónicas entre potencias internacionales; esto no implica ser neutrales cuando un país, por sí o a través de sus aliados, viole la soberanía de otros estados o pueblos que han emergido del colonialismo.
Hoy, frente a la desgarradora tragedia que presenciamos, no hacemos más que ratificar esa neutralidad activa. Nos diferenciamos así de la imprudente y solitaria expresión del Gobierno argentino de turno, de celebrar la intervención de EE.UU. y justificar la agresión de Israel. Esas actitudes de apoyar y alinearse, automática e irreflexivamente con aventuras belicistas, ya han sido ensayadas en los años 90, y le costaron a nuestro país represalias diplomáticas, comerciales y atentados que nuestro pueblo no tiene por qué sufrir. Vuelve a generarse una peligrosa vulnerabilidad. Esta reiteración inútil y no requerida por nadie de comprometer a la Nación y al Pueblo argentino en un conflicto que no guarda ninguna relación con sus intereses nacionales, merece nuestra más decidida reprobación y condena.
La Argentina y América Latina han declarado reiteradamente ser una zona de paz. Así lo han sostenido varios líderes de la región en estos días como los presidentes de Chile Brasil, Colombia, México, entre otros, y nosotros somos consecuentes y solidarios con esa vocación y ese destino.
Buenos Aires, 27 de junio de 2025