Programa de Voluntariado Universitario, La FCE y su función social
Considerando que son sesenta mil las personas que desarrollan de manera cotidiana sus actividades, resulta ser de las más numerosas de América Latina.
Así, la comunidad universitaria es el lugar de pertenencia de miles de personas y les aporta sentido a parte de sus vidas, en la medida en que forja una identidad compartida. Estas personas se integran de manera diversa, en consonancia con las funciones que asumen en su marco institucional, sea como profesores, estudiantes o graduados; como no-docentes o como funcionarios.
Desarrollar el potencial solidario de la FCE – UBA y sus capacidades constructivas con relación al entorno social que le da sentido, es el mayor desafío que hoy debe afrontar la comunidad universitaria. Se trata de un factor insoslayable para contribuir a la construcción del futuro deseado para el bienestar general.
Porque el lugar de relevancia que ocupa esta alta casa de estudios en la sociedad argentina implica una responsabilidad para con el conjunto social, para con el entorno que brinda encarnadura y razón de ser a la actividad universitaria y a sus instituciones.
Esa percepción de la pertenencia de toda organización a la comunidad en la que se inserta, esta conciencia de que no hay organización sin comunidad, es el punto de partida para asumir un nuevo y necesario compromiso fundacional.
Este compromiso implica asumir la responsabilidad social que corresponde a cada uno y la manera en que se articula en las organizaciones en las que participa, y que debe necesariamente manifestarse en los distintos aspectos que hacen a la actividad institucional.
La FCE – UBA no ha permanecido ajena a esta tendencia. Ha implementado acciones, para asumir la responsabilidad agregada que le corresponde por formar parte de la universidad pública, lo que determina en gran medida una mayor apertura a la comunidad y la configuración de canales de complementación entre el Estado, las empresas y las organizaciones sociales.
Desde la FCE – UBA adoptamos la responsabilidad social universitaria como principio guía de nuestro accionar, y lo trasladamos a hechos.
Su misión es generar alternativas que contribuyan al bienestar general de una manera significativa.
Vemos entonces que, el objetivo de formar individuos socialmente responsables, será canalizado a partir de la creación de espacios que permitan la aplicación de conocimiento, favoreciendo el desarrollo social. El Programa de Voluntariado Universitario (PVU) emerge como una iniciativa de estas características.
La característica más destacable del voluntariado es la libre determinación de los individuos, es decir, de la propia decisión de emprender labores solidarias. En este sentido, toda coerción, inducción o presión sobre la persona excluye la posibilidad de encontrarse frente a un trabajo voluntario.
Otra particularidad es que el voluntariado se caracteriza por la realización de tareas de índole general, de manera gratuita, sin percibir intercambio monetario alguno. La contrapartida del voluntariado se relaciona con sentimientos y valores intrínsecos (el amor al prójimo, la vocación solidaria, la responsabilidad ciudadana). Así nos encontramos con un motor de tipo “ético”, más que con un incentivo de carácter material.
Por último, el voluntariado también involucra a otros: una persona, una organización, la sociedad en sí. Ellos son los destinatarios del trabajo voluntario. Es decir, implica el compromiso de atender las necesidades puntuales de los miembros de la comunidad. No se trata de llevar a cabo actividades definidas por azar, sino de que esas tareas se articulen de manera tal con las dificultades de los actores, que favorezcan a su superación, abriendo el camino para una nueva realidad. Por lo tanto, podemos concluir que un voluntario es una persona que desarrolla –por su libre determinación y de un modo solidario–, tareas de interés general destinadas a la atención de necesidades sociales, tanto de manera individual como en organizaciones públicas o privadas, sin percibir por ello ningún tipo de contraprestación económica distintos aspectos que hacen a la actividad institucional.
Esta caracterización de la actividad voluntaria se ve plasmada en la Ley Nacional de Voluntariado Social N° 25.855, sancionada en el año 2003, que en su artículo N°3 define a los voluntarios como “las personas físicas que desarrollan, por su libre determinación, de un modo gratuito, altruista y solidario, tareas de interés general en dichas organizaciones, sin recibir por ello remuneración, salario, ni contraprestación económica alguna”. En esa norma no están comprendidas “las actuaciones voluntarias aisladas, esporádicas, ejecutadas por razones familiares, de amistad o buena vecindad y aquellas actividades cuya realización no surja de una libre elección o tenga origen en una obligación legal o deber jurídico”.
Se crea oficialmente el Programa de Voluntariado Universitario, Res. CD 457/06 por “la necesidad de contribuir desde la Universidad Pública a la solución de problemas que afectan a nuestra sociedad, a través de la transferencia de los conocimientos generados en nuestra Casa de Altos Estudios, y de la acción conjunta con otros actores sociales para el diseño y ejecución de prácticas concretas que promuevan el cambio social superando la fragmentación que hoy vive nuestra Nación”. El PVU de la FCE-UBA “implementará actividades que contribuyan al mejoramiento social del país, al afianzamiento de las instituciones democráticas y, a través de ello, a la afirmación del derecho y la justicia”. La actividad de voluntariado colabora con diversos actores sociales y obtiene, a partir de la experiencia, herramientas prácticas que complementan la educación conceptual recibida y repercuten en su desarrollo profesional y humano.
El trabajo a través de la metodología de aprendizaje servicio genera entonces una oportunidad de comenzar a articular los aportes sociales a través de extensión, mientras se potencian los aprendizajes realizados durante la carrera.
Además, en la resolución se establece el registro de voluntarios a presentarse ante el Consejo Directivo al finalizar cada ciclo lectivo y la certificación y el reconocimiento oficial de las actividades de voluntariado. En este marco de definición, desde el 2006 hasta el 2010 se llevaron adelante diversos proyectos siguiendo estas cinco líneas de trabajo anteriormente planteadas.
La Oficina de Asistencia Integral (OAI), por su parte, detecta las necesidades de las organizaciones receptoras de asistencia voluntaria.
Difunde las bondades del programa e intenta sumar a nuevas OSC en pos de consolidar al PVU como proveedor de muchos y diversos espacios voluntarios.
Diariamente, las dos oficinas se encuentran comunicadas por el flujo continuo de organizaciones y voluntarios. Esto se da en consonancia con el objetivo de detectar una necesidad en una organización y, desde la OVU, identificar perfiles y los roles a sumir por los voluntarios para satisfacerla.
Durante esta etapa cada una de las oficinas del programa difunde sus actividades y propuestas a través de folletos, mailing de las convocatorias, en las materias del PPSV curricular, se convoca a los egresados del Programa Nacional Amartya Sen, a través de la página de internet, banners y carteles entre otros medios.
Las oficinas se ponen en contacto vía e-mail a fin de coordinar los encuentros que hacen al conocimiento de voluntarios y organizaciones. Dichas reuniones se utilizan, además, para transmitir el sentido del programa y sus expectativas, los alcances de la práctica y los niveles de acción de cada uno de ellos.
En esta etapa se hace foco, particularmente, en la práctica voluntaria delimitando el radio de acción de cada uno de los actores.La OAI junto a la OSC definirán los alcances de la práctica, las metas a alcanzar y la modalidad de trabajo. A su vez, se hará hincapié en la importancia de asumir el compromiso de participar en el programa, brindando la información requerida, asistiendo a las reuniones, permitiendo la participación de los voluntarios, dando devolución acerca de las propuestas, etc.
Como resultado de la primera reunión donde participan todos los involucrados, se especifican: metas a alcanzar, fechas y plazos de entrega, reuniones posteriores, responsables de la comunicación, reporte de resultados parciales, y dinámica de trabajo.
En este estadio se lleva adelante la práctica voluntaria, donde trabajan junto a la OSC los voluntarios. A su vez, tanto la OAI como la OVU harán un seguimiento sobre la parte operativa pertinente a cada oficina y sobre las sensaciones de las personas involucradas en cada tarea. Se hace hincapié en la sistematización de la práctica voluntaria.
Una vez alcanzado el objetivo de la práctica voluntaria, se coordina una reunión de cierre, en donde asisten los voluntarios que realizaron la práctica el/la responsable de la OSC y el responsable del PVU. El objetivo de esta reunión es poder presentar los resultados de la PV y la evaluación de la experiencia de todas las partes.
Las oficinas OVU y OAI, realizan un informe final en donde analiza y describe la actitud del voluntario, del equipo de trabajo, el rol del líder de proyecto y el trabajo en conjunto con la organización. Se evalúa sobre la continuidad en el programa de los voluntarios y la OSC.