ME RECIBÍ, ¿Y AHORA QUÉ?

Es una pregunta que muchos nos hacemos al recibirnos.

Decidimos estudiar una carrera, en la cual nos encontramos con miedo, incertidumbres, exámenes, exposiciones y tantas experiencias, que un día llega a su fin. Tal vez siempre estuvo el pensamiento “cuando me reciba voy a hacer más deporte, voy a pasar más tiempo con mi familia o amigos, voy a viajar más”, y ahora ese momento llegó. 

Llega el día en el que te dan la última nota y te nombran con ese título que tanto ansiaste que llegue. Por un lado, se siente como un gran alivio, ¡por fin llegué a la meta que me propuse! Por otro, aparece el vacío, ¿cómo sigo? 

En toda la vorágine de los años universitarios, tal vez no me permití conocerme profundamente como para saber qué quiero hacer en esta nueva etapa que inicia y ante el quiebre de cerrar la etapa de estudiante, pueden surgir nuevas preguntas:
¿Realmente quiero trabajar de esto que estudié?
¿Quiero trabajar en relación de dependencia o me gustaría emprender?
¿Cómo empiezo?
¿Qué puedo ofrecer?
¿Cuál es mi diferencial?

Tal vez venimos de un paradigma que nos habló de un trabajo para toda la vida, o que la estabilidad es importante y solo me la da un trabajo en relación de dependencia, o que emprender solo es parte de un hobby. Ahora, nada de esto está bien o mal, el tema es, ¿esto nos está limitando a hacer eso que nos gusta y queremos?

Si te encontras en esta etapa, y sentís miedo y ansiedad por no saber cuál paso dar, dejarme decirte que esto es un proceso y como todo proceso sabemos que no es lineal, por momentos creemos saber por dónde ir y por otros no se ve todo tan claro.

Con los años, entendí que podemos elegir quienes queremos ser, y esa transformación suceda más a menudo de lo que imaginamos. No somos las mismas personas a los 18, a los 25 o los 40 años. Tenemos otras miradas, otras prioridades, otros conocimientos, otra consciencia. “Obligarnos” a ser las mismas personas que éramos al comienzo de la carrera puede ser abrumador, tal vez conservemos algunas inquietudes o deseos, pero también puede ser necesario darle lugar a todo eso nuevo que sentimos que nos pasa.

Algunas claves que identifiqué para atravesar esta etapa fueron:

  • -Incluir las emociones: El fracaso o el miedo, por ejemplo, pueden aparecen ante estos momentos de cambios y de replantearnos el camino que vamos eligiendo. Darle lugar a estas incomodidades que surgen, nos permite elegir con mayor consciencia. 
  • -Identificar tus valores fundamentales: para actuar en coherencia con lo que querés aportar desde tus habilidades profesionales.
  • -Chequear tu definición de éxito: preguntarte si te sentís identificado/a con la definición que te acompañó hasta hoy y si no es así, permitite replanteártela desde quién sos hoy.
  • -Pedir ayuda: permitirte tener o construir una red de contención o mentores que te acompañen en el proceso.
  • -Ser amoroso/a con tu proceso. Solemos estar acostumbrados a mirar lo que no nos salió, o no podemos o no sabemos y corremos el riesgo de dejar de darle luz a todo lo que sí logramos, lo que sí podemos y lo que sí sabemos. A veces no tomamos consciencia que en cómo nos hablamos o cómo nos tratamos está el punto de energía que necesitamos para avanzar.

Replantearte algo que siempre pensaste que tenía que ser de una forma, implica todo un proceso interior que debemos escuchar y dar lugar. Si hoy elegís algo que ni te habías planteado como objetivo cuando empezaste la carrera, ¡bienvenido sea! Es momento de escucharlo y escuchar qué necesitas.

Es hora de abrir una nueva mirada, desde tu autenticidad, y poner tu tiempo y energía al servicio de algo nuevo: tus ganas de transformar, crear y dejar huella.

Hoy, estás siendo una persona diferente a la que fuiste hace unos años cuando empezaste a estudiar, la pregunta es, 

¿Quién te gustaría ser a partir de ahora? 

¡Es hora de empezar a construir ese ser!

Gisele Torres

Licenciada en Administración, Coach Ontológica Profesional, Diplomatura en Coaching Financiero, Ayudante de cátedra en la materia “Liderazgo Organizacional” – FCE UBA